martes, 28 de julio de 2015

Hallazgos de cerámica aborigen en fuerteventura en el año 1976


  La prensa publicó a grandes titulares, el día 6 de diciem­bre de 1977, el descubrimiento de cerámica aborigen en la Isla de Fuerteventura.

 
Como protagonista, El catedrático Vicente M. Encinas, queriendo dejar como recuerdo  del acontecimiento constancia histórica del hecho e intentar a su vez un análisis histórico y artístico de las piezas encontradas, elaboró el presente trabajo.
 
 
 
LUGAR DEL HALLAZGO
 
Limpieza cuidadosa de restos aborígenes
Limpieza cuidadosa de restos aborígenes
La zona no puede ser más agria y áspera en la calcinada Fuerteventura.
 
En el distrito municipal de La Oliva, al noreste de la Isla, se encuentra el pago de GURIAME o HURIAME: una inmensa llanura de malpaís maldito, sembrado de detritus volcánicos, aulagas sin flor y tabaibas resecas.
 
Como de costum­bre, propiedad de gentes extranjeras. En esta inmensa soledad se hallan diseminadas gran número de cuevas producidas por ríos de lava; la mayoría de ellas cegadas por sedimentos y de­rrumbamientos geológicos y aún en espera de ser exploradas inmediatamente- pues ya hemos hecho un estudio de la zona con fines arqueológicos o Algunas sirvieron de habitación hu­mana a los aborígenes y en sus entrañas guardan milagrosamen­te el secreto de la sorpresa cultural.
 
Que estos parajes estaban habitados por los aborígenes antes de la conquista, nadie lo pone en duda. La cerámica, huesos humanos y restos de alimentación dentro de las cuevas, son las pruebas palpables, como asimismo las derruidas y des­gastadas piedras de sus toscas viviendas cabe las cuevas. Una pregunta, sin embargo, salta de forma inevitable, ¿Có­mo los aborígenes podrían sobrevivir y defenderse en esta zona abierta y panorámica, prácticamente improductiva?.
 
Según las Crónicas de Le Canarien, el majorero aborigen no cultivaba la tierra. La base de su alimentación, primordialmente animal, era: la leche, la carne seca, la manteca y moluscos cogidos en las costas. Se completaba con alguna que otra semilla salvaje. No eran, pues,necesarios para subsistir, los valles y las actuales gavias majoreras. Las cabras, aunque se daba una trashuman­cia isleña, podían pastar y producir con el herbaje prendido en la paramera volcánica, a veces rica en cosco. 12 En cuanto a la defensa, el aborigen de la zona en cuestión practicaba un mimetismo singular para desaparecer rápidamen­te en estos refugios subterráneos. Recuerdo haber leído con relación a Fuerteventura, en crónicas que hablan de la caza de esclavos, cómo por arte de magia los isleños desaparecían entre la tierra.
 
Las cuevas, donde hemos encontrado las vasijas, están perfectamente diseminadas en la llanura volcánica y sus ramificaciones, caso de ser detectados, podían impedir ser descubiertos. Los depredadores humanos, en sus incursiones anteriores al siglo XV traumatizaron la Isla y la población pasó a ocupar los riscos de Pájara y Jandía, donde el espejismo de la seguridad era más atrayente, pero también más problemático. Según "Le Canarien", en 1.402, no había moradores en el lugar donde se han encontrado las vasijas. La defensa mimética fallaba con facilidad. Tenemos que pensar en un abandono for­zoso.
 
EL HECHO DEL DESCUBRIMIENTO
 
El día primero de diciembre de 1977, dos jóvenes de la familia de D. Marcos Alonso, vecino de Villavarde, se interna­ron en la cueva y rescataron las dos vasijas de tamaño mayor (Huriame - 1. - Hl Y Huriame 2.- H2) mientras que la terce­ra (Huriame 3.- H3) fue descubierta a pocos metros de la entrada por Pedro Carreño Fuentes y por mí, en la mañana del 3 de diciembre.

Aquella soledad me impresionó y comprendí el sangrante abandono de los medianeros que habitaron este malpaís mal­dito, hasta muy entrado el siglo XX.
 
Pero aún me emocionó más cuando contemplé estupefacto la inquietud de los únicos supervivientes de aquella catástrofe histórica e hijos de aque­llos que convivían con los aborígenes: los guirres. En grupos, sobrevolaban el lugar, como queriendo estudiar el secreto y como policías conscientes del tesoro escondido. Una de las vasijas (la H2) se deterioró considerablemente al ser extraída de la cueva, por el desprendimiento fortuito de una piedra. Aun así conserva toda su integridad. Las otras dos per­manecen en buen estado.

En la cueva se encontraban también © Del documento, los autores.

 Digitalización realizada por ULPGC.

Biblioteca Universitaria, 2010 un cráneo y una tibia que tomaron el camino de Europa, antes de llegar nosotros. No obstante, a pocos metros de la entrada de la cueva, aún contemplamos una pesada piedra labrada que bien puede ser piedra sacrificial o de trituración doméstica.
 
DESCRIPCION DE LA CUEVA
 
La cueva, a pocos metros de distancia de la entrada, se ra­mifica en tres direcciones. Dos de las ramificaciones son de corta distancia, mientras la tercera, aún sin explorar, se alarga hasta extremos que aún no hemos podido determinar. La vasija H3 se encuentra, como hemos dicho,a poca dis­tancia de la entrada. Es la vasija más deteriorada por la hume­dad y que ha perdido la dureza de la cocción primitiva. La vasija Hl se encontraba en el fondo del "callejón" re­matado en forma de ábside románico. Estaba inserta en arci­lla- arena con una profundidad de diez centímetros. La posi­ción era vertical-erecta, y cubierta su boca por una tapadera de arenisca." La posición de la vasija H2 reproducía la misma estructura de colocación y posición que la vasija Hl. También estaba cubierta por una tapadera de idénticas condiciones.
 
Las tres vasijas estaban totalmente vacías. Nos ha llamado poderosamente la atención su colocación en forma vertical, erecta, en el fondo de las ramificaciones y a una separación de medio metro de la pared.
 
Cuando se rompió el silencio del tiempo y de la oscuridad de la caverna, sentimos como si algo frágil, misterioso,se quebraba. Aquellas vasijas esta­ban situadas, entronizadas como una estatua, sobre una espe­cie de altar de conjuros que era la arcilla-arena. Aquello se asemejaba a un lugar ritual, mágico, religioso, con la vasija como estatua o centro del culto. A nuestro juicio, son inequí­vocamente vasijas para conservar el agua, pero, ¿no servirían también para llevar a cabo sobre ellas, actuaciones mágicas con el fin de atraer la lluvia tan escasa, difícil y vital en Fuerteven­tura? Es verdad que esta interpretación no podemos compro­barla, ni tampoco confirmar hasta donde se puede defender su veracidad. Pero hemos de pensar que estamos viviendo un momento neolítico y en Herbania, a diferencia de Europa, la lluvia era aún más necesaria y su falta producía más angustia que la carencia del bisonte o ciervo en el paleolítico.
 
Lo que sí podemos afirmar es que de la colocación de las vasijas se deduce la gran estima y valor que gozaba el agua en la isla y la forma adecuada que lograron para conservarla inal­terada, custodiada y sigilosamente protegida del robo y de los cambios climáticos. El hallazgo de conchas, residuos vegetales y huesos humanos en la cueva, nos confirma que fue habitación humana o tal vez funeraria, según podemos deducir de los enterramientos que hace unos días se encontraron en Villaver­de y tuvimos el gozo de contemplarlos, apenas descubiertos.
 
ESTRUCTURA ARTESANAL Y TEMATICA DECORATIVA
 
La estructura artesanal de las piezas encontradas se inscribe en líneas generales, dentro de las constantes que estableció ]iménez Sánchez para la cerámica neolítica majorera. (Cf. S. Jiménez Sánchez, Cerámica neolítica de las Islas de Fuerteven­tura y Lanzarote, en "El Mu_s~o Canario" 1946, núm. 20, pág. 47 - 77." No obstante presentan algunas diferencias y nove­dades. VASUA Hl (Huriame 1)" Altura.- 49 cms. Diámetro en panza.- 43 cms. Boca.- 21 cms. Creemos que esta bella vasija es la de mayor altura, mayor panza o vientre y por consiguiente la de mayor volumen, de las encontradas hasta el momento en Fuerteven­tura.

Su forma es ovoide estrangulada, sumamente ventruda," hecha a mano y sin torno. Termina en punta tronco-cónica. Su cuello es de dos cms. de altura. En su composición se aprecian granos de arena, productos carbonosos en trabazón sólida, elementos de mica y arcilla. Su cocción es perfecta lo mismo que su acabado.
 
En su forma original gozaba de un bruñido con tonalidades azuladas oscu­ras, provocado por la intensa cocción y un delicado frotamien­to. El color actual es ocre-negro-azulado, con aspecto y tacto áspero. Las paredes gozan de un grosor aproximado de un centímetro. Funcionalmente está diseñada de forma perfecta y sus proporciones guardan relación con la misión a desempeñar: contener la mayor cantidad de agua posible, liberándola de la humedad o agentes destructores del suelo, de tal manera que la vasija "flotase" en el aire. Así, con la menor base posible intro­ducida en tierra y en posición vertical, se lograba no sólo la inversión basal, sino también la consecución del eje de estabili­dad.

Sobre la boca se encuentra una gran tapadera de arenisca, semiporosa, que gravita sobre la vasija con doble función: preservar de elementos corruptores y gusanos al agua y presionar sobre el suelo arenoso, para conservar la posición erecto-verti­cal.
 
Lo que más sobresale en esta vasija, aparte la esbeltez y VASIJA H 1 (HURIAME 1) VASIJA H 2 (HURIAME 2) 13 © Del documento, los autores. Digitalización realizada por ULPGC. Biblioteca Universitaria, 2010 tamaño de la misma, es su temática decorativa.
 
El profesor jiménez Sánchez ya demostró que la decoración de la cerámica neolítica majorera es la de mayor perfección del Archipiéla­go, la más bella, la de más técnica y también la de más variada ornamentación. Es absolutamente incisa y a veces ofrece algún relieve.
 
 Pues bien, en nuestra Hl, nos encontramos con una triple temática decorativa, por supuesto geométrica, que se inicia en la terminación del cuello y se prolonga por el vientre. Se da, en primer lugar, en torno a la terminación del cuello una franja de espiga circular-horizontal. El punteado o golpe profundo de uña lo forman dos hileras simétricas, muy deterioradas. De la línea horizontal espigada arrancan las estrías o decoración aca­nalada, que de forma vertical se pierden una vez traspasada la curvatura central. En el punto de arranque gozan de mayor grosor y profundidad, terminando por diluirse en la parte baja ventral.

La decoración horizontal está realizada con un pun­zón, micntras la vertical es pectiniforme. La originalidad, hasta ahora no encontrada en vasija major era alguna, radica en seis grupos puntillados de seis en seis puntillos, colocados a igual distancia, tanto grupos como puntillos, y localizados sobre el arranque de las estrías verticales. Proporcionan a la vasija una bellísima contextura ornamental ya que dichos puntillos, al estar en relieve pezoniforme, con­trastan con la ornamentación incisa y ofrecen una belleza de delicada factura. Hemos pensado en su posible significación, pero no nos atrevemos a insinuar conjeturas, optando por la teoría ornamental, sin más.
 
VASIJA H2 (Huriame 2) Altura.- 40 cms.
 
Diámetro en vientre.- 38 cms. Boca.- 19 cms. Bella vasija, aunque algo deteriorada por el accidente for­tuito al extraerla de la cueva. El tipo es semejante al de la ante­rior; sin embargo su material es sumamente arcilloso y está atacado por la humedad. Peor cocida que la Hl, presenta un color canelo claro y de superficie menos áspera, aunque tamo bién menos rutilante. Su terminación basal es tronco-cónica, aunque más puntiaguda que Hl. Goza también de tapadera arenisca. Su decoración es totalmente diferente de la de la vasija ante­rior y menos perfecta. No posee decoración acanalada vertical. Tiene un punteado irregular, a veces una sola incisión, a veces dos en torno al cuello. Dicho punteado, dispar también en pro­fundidad, se encuentra rodeado de líneas horizontales asimé­tricas, que a veces se entrecortan y otras veces se pierden sin guardar distancia regular entre ellas. Parece como si el alfarero hubiera querido liquidar, lo más rápidamente posible su obra, sin intentar una decoración estudiada.
 
VASIJA H3 (Huriame 3) Altura.- 19 cms.
 
Diámetro.- 30 cms. Boca.- 26 cms. Vasija ovoide semiesférica, sin cuello, con amplia base tronco-cónica: especie de cuenco o tofio sin pico, pero con mayor abertura de boca. Ha perdido su cocción y el color que presenta es un canelo claro, de barro arcilloso seco. El material empleado es la arcilla típicamente majorera. Unicamente goza de decoración geométrica pectiniforme acanalada con mayor incisión en el punto de arranque, que degenera en sumamente tenue cerca de la base. Sus estrías ver­ticales están perfectamente logradas. Goza de gran estabilidad al poseer amplitud de base y diñcilmente se derrama el líquido que pueda contener. Las vasijas están depositadas en el Cabildo Insular de Fuer· teventura en espera de ser trasladadas a un lugar digno y pro­pio como sería un museo insular o una casa-museo de cultura.
 
En acto solemne del día 14 de diciembre de 1977 fueron en­tregadas a las autoridades insulares para garantizar su perma­nencia en la Isla.
 
VICENTE M. ENCINAS CATEDRATICO
 
Puerto del Rosario

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