La majorera del Valle de Santa Inés acude a la feria cargada de sombreras, cuencos y costureros de palma / por itziar Fernández
La artesana del municipio de Betancuria María Benita Acosta Rodríguez (Valle de Santa Inés, 21 de marzo de1922) es la última artesana que trabaja los juncos en Fuerteventura.
Benita Acosta Rodriguez Benita con su hermana Josefa y sus sobrinas Salomé y Vicky |
Benita desvela que los juncos crecían en las charcas como en el Gran Barranco de Betancuria, también en Las Peñitas y nos gustaba ir a recogerlos para preparar los cestitos típicos. "Todo se ha perdido. Creo que no queda nadie que sepa trabajar esta artesanía tradicional majorera, y es una pena que nadie se preocupe de conservar estas labores. Muchos mayores que sabían han fallecido" lamenta.
"A mi hermana y amí la afición por el barro y las hojas de palma nos viene de familia porque en nuestra casa todos fueron artesanos" anuncia. "Ahora yo he abandonado la elaboración de cestos de juncos, practicamente se ha perdido en Fuerteventura porque todo se hace a máquina y se vende barato en los chinos", destaca.
Su estand está decorado con gorros y sombreras tradicionales porque "es lo que más pide la gente". Benita ha participado en las 28 ediciones de la Feria Insular de Artesanía de Antigua junto a su hermana Fefita, la alfarera.
Benita Acosta es una artesana polifacética y prodigiosa. "Después de casarme trabajé la cerámica con mi hermana, pero la dejé y me puse con la palma porque me gustaba más y tenía mucho éxito", añade. En la presente feria muestra una sombrera tostada elaborada con la paja del trigo junto a los gorros y sombreras de palma verde y blanca cosidos con el mismo material. "La palma la trabajo en liso y también se dobla formando picos y el resultado final es una gorra única que encanta al público joven y adulto", confiesa. "El año pasado vendí todos los sombreros en dos días , me dejaron el puesto vacío, pero yo contenta con la gran acogida que tuvieron mis artículos" apostilla. Ahora -añade- casi no se consiguen las hojas, "cada vez tengo más dificultades para reunir el material porque la poda de las palmeras está muy controlada y nos ponen problemas", afirma la majorera.
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"Me gustaría que se organicen más cursos y la gente joven se anime a aprender a trabajar la palma porque es una pena que se pierda, ya que tiene múltiples usos para el hogar y el sector primario", dice.
"A mi me han pedido muchas veces que enseñe este oficio, pero ya no tengo fuerzas ni paciencia para estar con alumnas dando clases, aunque hay algunas artesanas más jóvenes que han aprendido y enseñarían encantadas. Hay que crear espacios y formar talleres para difundir nuestros oficios durante todo el año", concluye.
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